jueves, 26 de julio de 2007

jardines historicos por josua i nardo


El jardín histórico está protegido y considerado en la mayoría de las legislaciones internacionales como un monumento. Pero esta legislación, muchas veces de reciente implantación, queda sin embargo obsoleta en la práctica, en unos casos por su desconocimiento y en otros más tristes por intereses poco claros (o muy claros, según se quiera entender) desde la propia Administración a la que conviene considerar el jardín histórico como zona verde, y no como monumento, que es lo que es en realidad desde el punto de vista legal.
De esta manera cada barrio, o cada zona, disponía teóricamente de su correspondiente espacio verde dotacional en los planes parciales o de desarrollo urbanístico. Esto no se llevaba a la práctica por intereses fáciles de suponer y los ciudadanos se veían privados de las áreas de expansión que les eran necesarias y a las que tenían derecho.
Los jardines enclavados dentro de las ciudades, muchas veces incluso en el centro histórico eran considerados como una zona verde, un parque público más. Esta equivocada política no había potenciado los valores artísitcos y culturales del jardín y este punto de partida representa el riesgo más grave para un uso adecuado. Es muy difícil conseguir que el ciudadano respete y cuide algo que no se le ha enseñado a apreciar y valorar. No comprende por qué se le prohibe de repente jugar al fútbol, andar sobre el verde o instalar publicidad.
Por ello es importantísimo tener la conciencia, desde la propia administración, que estos jardines por ser "especiales" y diferentes necesitan también un tratamiento distinto y más cuidado, unas técnicas precisas, una mano de obra especializada, por su particular fragilidad y características. Deben tener una ordenanza y unas condiciones especiales de uso, y en muchos casos horarios de cierre y apertura. El público debe comprender y admitir la importancia del jardín que se pone a su disposición. Para ello es también nuestra obligación tratar de concienciarlo sobre su valor y su historia con carteles, folletos, guías... para que conociéndolo aprenda a usarlo y a respetarlo y se convierta en el mejor colaborador de su conservación y mantenimiento.
Los problemas y la oposición que se encontraron al cerrar al público por ejemplo los jardines de Boboli (Florencia), ahora ya asumido y admitido por el público son una muestra de esta situación. La respuesta ciudadana a la situación de degradación y deterioro del Central Park (New York) son una muestra de la preocupación que los ciudadanos sienten por sus parques y jardines. En una encuesta reciente hecha por la C.E.E. sobre los índices de calidad de vida en 13 ciudades europeas, fue siginificativo señalar que después de la salud, eran los espacios verdes de una ciudad lo que más preocupaba a sus ciudadanos. La Carta de Florencia, de 1982, señaló otra etapa definitiva en la conservación de los jardines históricos.
Redactada poor el Icomos, ONG asesora oficial de la Unesco en esta materia, fué aprobada por la Asamblea General en Roma el 15 de diciembre de 1982. A partir de entonces las legislaciones de los países europeos y muchas de las del resto del mundo, que no habían incluido esta protección en su legislación, comenzaron a hacerlo y hoy en día es una normativa mundialmente admitida.
Sin embargo, y tal como la propia Carta admite, el tiempo y la propia problemática que entraña la realización de una restauración, va poninendo de manifiesto matices y problemas cotidianos con los que es necesario enfrentarse.
En principio hay que advertir que no existe una sóla y única categoría de jardín artístico histórico, sino varias, de la misma manera que sucede con los monumentos y que al haber distintos niveles de clasificación hay también distintos niveles de protección.
Una adecuada restauración es el camino más seguro para su protección y uso adecuado. La restauración es siempre una labor creadora que te enfrenta cada día con un nuevo problema diferente de resolver y que sólo la sensibilidad, el tacto y el conocimiento técnico, permiten encontrar soluciones y hallar el equilibrio entre la conservación de la esencia histórica del jardín, que lo han hecho único y diferente, y la necesidad de su uso cotidiano.
Por ello es importante la formación de técnicos especializados capaces de realizar adecuadamente su trabajo y evitar el caer en falsas restauraciones o en la "museización" del jardín. La propia Carta de Florencia define al jardín histórico como "monumento vivo". La "vida" tanto de los elementos botánicos que lo componen, como su ciclo evolutivo, nacimiento, desarrollo, madurez, muerte, es parte intrínseca del jardín. El jardín es por esencia cambiante en cada momento, diferente en cada segundo, comparable a una sinfonía en el tiempo y en el espacio imposible de dividir, fundido en una expresión de armonía global.
En el jardín el tiempo es vivo y eterno. El presente es una constante evolución, un efímero pasado. El tiempo, en un proceso creativo continuo, valoriza la imagen del presente. De ahí el peligro de rehabilitaciones basadas únicamente en la documentación histórica o arqueológica que carecen de sentimiento y emoción.
El análisis de su estructura básica es en suma lo que nos debe dar la clave y el punto de partida en la rehabilitación del jardín. Si el valor de la antigüedad y del tiempo es un valor añadido tampoco debemos caer en una tendencia ruskiniana de considerar la ruina, el pasado y el deterioro como generadores de belleza, puesto que esto iría en contra del propio jardín que ya era bello por sí mismo sin necesidad de pátinas y coberturas que muchas veces son únicamente incultura, ignorancia y abandono.
El vandalismo, el uso inadecuado de parques y jardines son riesgos importantísimos que sufren por su propia estructura. La Cambre en Bruselas, Las Tullerías en París, Villa Borghese en Roma, El Buen Retiro en Madrid, el Laberinto de Horta en Barcelona, el Agdal en Marrakech, Hampton Court en Londres, Parc de la Tête d’Or en Lyon, Postdam o Glenicke en Berlín, Peterhof en Leningrado, Santo Antonio Da Vica en Brasil, son una muestra de los grandes riesgos que sufren los parques y jardines históricos. En septiembre de 2000 el Ministerio per il Beni Culturali ha organizado con la asesoría técnica del ICOMOS un Congreso internacional en Nápoles para hablar de esta problemática, que se continuará en mayo de 2001 con otra reunión en Madrid, para tratar de señalar los principales riesgos y establecer medidas preventivas y de uso.

jardines persa por susana i juancarlos






La denominación de Jardín Persa remite a una tradición y a un estilo de la concepción de los jardines que tiene su origen en Persia (actual Irán). Tradicionalmente estos jardines eran “espacios cerrados”.
La palabra persa (en Avéstico) para definir “espacio cerrado” era pairi-daeza que se transmitió, en la Mitología judeo-cristiana con el nombre de Paraíso, el Jardín del Edén.
El objetivo de estos jardines era el de procurar la tranquilidad tanto espiritual como recreativa (punto de reunión de los amigos), de hecho eran, esencialmente, un paraíso en la tierra. La manera en que estos jardines se construían podía ser muy formal (haciendo prevalecer la estructura) o muy informal (centrándose en las plantas), respetando, no obstante, algunas reglas simples de concepción, con la intención de maximizar, en términos de función y emoción, todo aquello que podía ofrecer el jardín. Se estima que el origen de los jardines persas data de unos 4000 adC. En las cerámicas de esa época se descubren los diseños en cruz, típicos de los jardines persas. El concepto persa de un jardín ideal (parecido a un paraíso), tiene su mejor representación en el Taj Mahal. Fue Babur el que introdujo el concepto de los jardines persas en la India, y el jardín Aram Bagh de Agra (actualmente abandonado) fue el primero de los numerosos jardines que él creó. El Taj Mahal es uno de los jardines persas más grandes del mundo.El estilo de estos jardines es muy antiguo, preceden, con mucho, a la era moderna. Los contornos del jardín de Ciro I que lindaban con el palacio, permanecen todavía visibles en la actualidad (fue construido unos 500 adC). Durante el reinado de los Sasánidas (siglo VII de nuestra era) y bajo la influencia del Zoroastrismo la introducción del agua en el arte se puso de manifiesto adquiriendo gran importancia (que se puso de relieve por la presencia de fuentes y estanques en los jardines). Durante la ocupación de los árabes el aspecto estético del jardín adquirió todavía más importancia sobrepasando, incluso, la utilidad del propio jardín. Es en esta época cuando las reglas estéticas que definen el jardín empiezan a desarrollarse (un ejemplo de ello se encuentra en el chahar bagh (چهارباغ), un estilo de jardín que intenta imitar al Edén). Tiene cuatro ríos y cuatro cuadrantes que representan el mundo. La concepción integra , de vez en cuando, un eje más largo que los otros, los canales de agua corriente se reparten por las cuatro partes del jardín conectándose en un estanque central.
Cuando Persia, en el siglo XIII, fue invadida por el Imperio Mongol las estructuras ornamentales de los jardines cobraron gran importancia, con la utilización, por ejemplo, de las Peonías y los crisantemos. El Imperio Mongol exportó rápidamente la tradición del jardín persa a otros lugares de su imperio (especialmente a la India). La Dinastía Safavide, (siglos XVII y XVIII) desarrolló la magnitud y los ornamentos (con unos jardines que iban más allá de la simple extensión del palacio convirtiéndose en una parte integrante del mismo tanto funcional como estéticamente hablando. En los siglos posteriores la concepción de los jardines europeos empezó a influir en Persia, en especial los diseños de los jardines franceses así como, en menor medida, el diseño de los jardines rusos y los del Reino Unido. Estos cambios particulares, atribuidos a Occidente incluyeron la modificación de la utilización del agua así como la de las especies de plantas utilizadas.
Las formas y estilos de los jardines tradicionales ya no están presentes en las ciudades actuales de Irán; sin embargo todavía pueden verse rodeando los monumentos históricos, los museos y las mansiones de las clases pudientes tradicionales.

Elementos del jardín persa [editar]

El pabellón central, el estanque y la vegetación son elementos de un jardín persa como el de Bagh-e-Fin, en Kashan.
Los diferentes elementos que componen el jardín persa, como el pabellón central, el estanque y la vegetación contigua, pueden apreciarse en el Bagh-e-Fin de Kashan.
La luz del sol y sus efectos han sido un factor de suma importancia en la estructuración de los jardines persas, así como las texturas y las formas escogidas por el arquitecto para reducir el impacto de la luz. Debido a la posición geográfica en la latitud de Irán, la sombra es extremadamente importante en los jardines, sin ella no se obtendrían espacios utilizables (los árboles y los emparrados ofrecen una sombra natural; los pabellones y las paredes sirven, asimismo, para bloquear al sol). Los jardines persas, ofrecen, por tanto, un espacio lleno de verdor y frescura en un país que se caracteriza por su calor y la sequedad.
Otra característica, derivada del calor, es la importancia que adquiere la utilización del agua. Una especie de túnel subterráneo, bajo la capa freática llamado Qanat se utiliza para la irrigación del jardín y sus alrededores. Unas estructuras parecidas a los pozos se conectan al Qanat permitiendo, de este modo, elevar el agua a la superficie. En ocasiones, en un pozo persa se utiliza a los animales para elevar el agua a la superficie. Este sistema puede ser empleado del mismo modo para desplazar el agua por el sistema acuático de la superficie, como los que existen en el estilo denominado chahar bagh. Los árboles se plantan, generalmente, en una fosa llamada Jub que impide la evaporación del agua permitiendo que ésta llegue, con mayor rapidez, a las raíces.
El estilo persa intenta, frecuentemente, integrar las partes «interiores» con las partes «exteriores» (lo que se realiza, a menudo, a través de un jardín que rodea el patio interior) Los elementos arquitectónicos como los arcos abovedados permiten conectar el espacio entre el exterior y el interior.

Descripción [editar]
Las descripciones e ilustraciones más antiguas acerca de los jardines iraníes provienen de los extranjeros que llegaron a Irán procedentes de los países situados más al Oeste. Estas descripciones incluyen las de Ibn Battuta, del siglo XIV, Ruy González de Clavijo, dle siglo XV, y las de Engelbert Kaempfer, del siglo XVII. Battuta y Clavijo no hicieron más que unas descripciones someras de los jardines sin describir su planificación, en tanto que Kaempfer realizó unos diseños precisos y concretos que dejó grabados cuando regresó a Europa. Dichos grabados muestran los jardines del tipo chahar bagh en los que pueden observarse los elementos siguientes: un recinto, dos estanques rectangulares, una red interior de canales, unos pabellones, y plantaciones lujuriosas. Dos ejemplos que todavía se conservan de este tipo de jardines pueden contemplarse en Yazd (Dowlatabad) y en Kashan (Bagh-e-Fin). Se pueden identificar perfectamente los jardines grabados por Kaempfer situados en Esfahan.

Estilos [editar]

Plaza de Naghsh-i Jahan, en Isfahan, Irán.
Los seis estilos primarios del jardín persa se explican a continuación que se atiene, únicamente, a su perspectiva, su función y su estilo. Los jardines no están constreñidos a un estilo particular, sino que se integran en ellos determinadas partes que poseen su propio estilo y función.

Hayat [editar]
Públicamente, son jardines de un estilo persa clásico en el que predomina la estética en relación a su función. Las estructuras realizadas por el hombre en este tipo de jardín son particularmente importantes, con arcos y estanques (que pueden ser utilizados para la limpieza). El suelo está, generalmente, cubierto de grava u otras substancias parecidas derivadas de la piedra. Las plantaciones son, por lo general, muy simples: árboles alineados cuyo cometido es el de dar sombra.
Privadamente, estos jardines suelen centrarse alrededor de un estanque y están muy estructurados. El estanque es su principal punto de atención y sirve para humidificar la atmósfera ambiental. Suele contener pocas plantas debido a las limitaciones del agua disponible en zona urbana.

Meydan [editar]
Es un jardín público, formal, en el que predominan los elementos naturales y en los que la importancia de las estructuras queda minimizada. Las plantaciones consisten en árboles, matorrales, hierbas y parterres de plantas. Elementos como el estanque o los senderos de grava dividen el césped. Las estructuras existentes, como los pabellones, cumplen con la función de ofrecer sombra.

Chahar Bagh [editar]
Este esquema procede del modelo de jardín musulmán. Son privados y formales, su estructura básica consiste en cuatro partes divididas. Estas cuatro partes están, normalmente, separadas por canales o senderos. Tradicionalmente estos jardines se diseñaban en función de los cargos de sus ricos poseedores (por ejemplo sus relaciones con embajadores u otros altos funcionarios). Estos jardines presentaban unas estructuras en equilibrio con el verdor del jardín (las plantas se situaban, por lo general, alrededor de la estructura del estanque y de los senderos.

Parque [editar]
Como la mayoría de los parques, el parque persa tiene una función pública e informal, en el que predominan las plantas vegetales. Disponen de muchos senderos y rincones en los que sentarse, pero en cuestión de elementos estructurales son muy limitados. El objetivo de estos parques es el de proporcionar esparcimiento y relación social.

Bagh [editar]
Como en los demás jardines informales, los parques, en el Bagh predomina el verdor y la naturaleza. A diferencia del parque, el bagh es, casi siempre, un espacio cerrado unido a la vivienda, con césped, árboles y plantas bajas. Los conductos del agua y los senderos tienen menor importancia que en los otros jardines de tipo más formal, y son más funcionales. El objetivo principal de estos espacios es el de proporcionar distracción y esparcimiento familiar

jardines de sevilla capital por juancarlos i susana



Jardines del Real Alcázar
Dirección: Plaza del Triunfo, Reales Alcázares.En el Alcázar pueden contemplarse jardines árabes, renacentistas y modernos. Entre los árabes se incluyen los de la Galera y la Gruta, adosados a los muros del palacio. Renacentistas son el jardín Grande y el del Naranjal, que se remonta a la época de don Pedro el Cruel, aunque fue adaptado para las bodas del Emperador Carlos V. Por último, han de mencionarse los jardines nuevos, aderezados con exquisito arte.
Jardines de Catalina de RiberaPor el exterior del Alcázar, rodeando su muralla y enclavándose en el barrio de Santa Cruz, se extienden los jardines de Catalina de Ribera, en cuyo centro se encuentra el monumento de Sevilla a Colón.
Jardines de Murillo
Dirección: Menéndez y Pelayo.Del mismo tipo que los del Alcázar, con multitud de arquerías de follaje, bancos de cerámica y abundante flora. Parque de María Luisa
Dirección: Avda. Portugal - Avda. de la Borbolla.En un principio, imitaron el estilo británico. Más tarde, al iniciarse las edificaciones de la Exposición Iberoamericana con las magníficas plazas de América y de España, fueron reformados por el jardinero francés Forestier, sobre la base del jardín bajo, albercas, surtidores y azulejería.
Jardines de las Delicias
Dirección: Paseo de las DeliciasEl mismo estilo, más en consonancia con el temperamento sevillano, trascendió a los vecinos jardines de las Delicias, que cubren toda la banda cercana al muelle del Guadalquivir.

el huerto de sandias por juancarlos i susana


En el mundo andalusí, los jardines tuvieron una función mucho más amplia que la meramente estética. El jardín-huerto fue receptáculo de plantas aromáticas, árboles frutales y productos hortícolas. Al placer de la vista y el olfato se unió el deseo de un aprovechamiento agrícola, que puso en marcha una sabia distribución del agua y toda una ciencia de aclimatación de especies botánicas nuevas. Los andalusíes habían heredado estos saberes de sus antepasados del mundo oriental islámico y, en parte, de sus predecesores romanos. Su proverbial sed de conocimiento propició un gran desarrollo botánico y científico. Se produjo una auténtica «revolución verde» que significó la expansión agrícola de Al Ándalus y el principio de un incipiente comercio.
Apenas quedan referencias de cómo pudo ser aquel jardín-huerto. El geópono almeriense Ibn Luyun (s. XIV), fue el autor de una célebre obra llamada Kitab al-filaha (‘Libro de Agricultura’), que escribió en verso con el fin de que pudiera memorizarse fácilmente. En ella ha dejado unos apuntes de la morfología de este jardín. Según describía, los macizos de plantas, generalmente aromáticas, estaban situados junto a la alberca. Un poco más lejos se emplazaban los macizos florales y los árboles de hoja perenne. Ya rodeando el predio, una cerca de viñas, higueras y otros árboles semejantes marcaba las lindes, mientras que los paseos se cubrían con parras, a modo de pérgolas. Uno de estos paseos delimitaría el jardín de flores y plantas aromáticas, mientras que a cierta distancia de las viñas se situaría la tierra de labor. Los grandes frutales se plantaban en la parte Norte para proteger el jardín del viento.
Frutales y productos hortícolas
Entre los frutales que estuvieron omnipresentes en esos jardines-huertos figuraron las palmeras datileras, como una reminiscencia del desierto arábigo, cuna del mundo islámico. También, los granados, que se trajeron a través de Siria, así como los melocotoneros, limoneros, cerezos, membrilleros y naranjos amargos. Además, figuraban higueras, olivos, vides y manzanos, milenariamente implantados en la Península Ibérica.
Entre la espesura de los frutales abundaban los cultivos de melones y sandías, las berenjenas, espinacas y habas, además de alcachofas, zanahorias y lechugas, entre otros muchos productos hortícolas que se cultivaban gracias a la abundante agua que suministraban las acequias.
El uso del agua en huertos y grandes predios
El mundo islámico surge en un contexto árido: la península arábiga. El primer pueblo que lo integra, el pueblo árabe, aprecia el agua como auténtico tesoro, ya que prácticamente carece de ella, siendo los oasis su única fuente de abastecimiento. Esa valoración del agua, origen de toda vida, va a reflejarse constantemente en el Corán.
¿No veis el agua que Alá ha hecho descender del cieloy por medio de ella, todo verdea sobre la tierra? Corán (sura 22, aleya 63)Él es Quien ha hecho bajar para vosotros agua del cielo.De ella bebéis y de ella viven las plantas con las que apacentáis.Gracias a esa agua, hace crecer para vosotros los cereales,los olivos, las palmeras, las vides y toda clase de frutos. Corán (sura 16, aleyas 10-11)
Con la expansión del Islam a través del imperio Persa, Egipto y Siria, entre los siglos VII y VIII, los musulmanes aprendieron las técnicas de regadío, extracción y aprovechamiento del agua, muy desarrolladas por entonces en aquellas regiones, especialmente en tierras mesopotámicas (Iraq).
Además de servir de bebida para los seres humanos y los animales, el agua será esencial en la agricultura y se convertirá en un complemento imprescindible de las construcciones palaciegas. Se introducirá como un elemento decorativo polivalente que proporcionará efectos lumínicos, refrescará y relajará el ambiente, y hará las veces de un espejo al duplicar el efecto visual de la arquitectura.
El agua estará omnipresente en todo tipo de jardines y de almunias, ya sea en forma de fuentes, canalillos, surtidores, estanques, acequias y albercas, o bien, deslizándose caudalosa por las norias de corriente.
Las acequias (del árabe al-saqiya) fueron las principales conducciones empleadas por los musulmanes para la distribución del agua, tanto en grandes predios como en pequeños jardines. Este sistema de riego por canales, mayores y menores, ya se utilizaba en la antigua Babilonia (siglo VII a.C.) para regar los jardines colgantes, o pensiles, con las aguas del Éufrates, y se extendió al imperio Persa en ciudades como Persépolis. Posteriormente, los romanos, herederos de esa tradición, establecieron en sus provincias de la cuenca mediterránea auténticas redes de regadíos, especialmente en Hispania.
Al llegar a la Península Ibérica, los árabes eran conocedores de los sistemas de riego orientales. Reaprovecharon la infraestructura del regadío romano, ya deteriorada, ampliando e intensificando su utilización, y crearon acequias mayores, menores y brazales, con un ingenioso sistema de distribución del agua, base de su emergente agricultura