martes, 17 de julio de 2007

jardin de versalles por:el piti y j.c





El siglo XVIII significó para Francia la planificación de los espacios verdes. El típico jardín francés llama la atención por su majestuosidad y por la sistematización de ciertos tópicos. Uno de los ejemplos más sobresalientes de este tipo de diseño son los maravillosos jardines de Versalles, cuya amplia extensión favoreció una ordenación vegetal de brillante suntuosidad.
Al jardín francés le definen varios elementos que son los que, a lo largo de la historia, han pasado hasta nuestro días. Podemos reconocer un jardín con este estilo cuando observemos cómo se cumplen una serie de normas básicas tales como la geometría, la imposición de la perspectiva, el uso del agua o las singulares formas con las que se moldea los arbustos.
Notas sobre el jardín francésEl trono francés en la mitad del siglo XVII estaba ocupado por uno de los reyes más carismáticos del país galo: Luis XIV, conocido como Rey Sol. La búsqueda de paz y, al mismo tiempo, su impulso irrefrenable hacia la muestras de prepotencia, le llevo a instaurar una nueva concepción paisajística que no escatimara en detalles que fueran fieles a los ideales de poder, partiendo éstos jardines de un eje central y extendiéndose hasta alcanzar escalas monumentales.
Los espacios esplendorosos y la inspiración cartesiana serían los protagonistas en la búsqueda de la perfección simétrica y de una perspectiva guardada por tilos, robles, álamos, fresnos, cerezos o hayas, ante la que la vista se pierde. El eje visual que propone la perspectiva de un jardín francés quiere dejar sentir su rango de absoluto: su principio, en el castillo, y su fin, en el infinito. Este tipo de disposición requería extensiones de superficie vastísimas, con el objeto de parecer interminables debido a su escala impactante.
Las fuentes, estanques y canales suponen objetos de referencia dentro de estas organizaciones y el agua sirve para reflejar la grandiosidad del conjunto vegetal. Las estatuas heredadas del estilo italiano, están igualmente presente aquí. Los parterres son especialmente tupidos, coloridos e intensos y, en lo que respecta a sus remates e incluso, sus marcos, son auténticas piezas de mobiliario vegetal definidas gracias a la topiaria. Uno de los aspectos más exóticos de este estilo es la aparición en el jardín de pavos reales sueltos.
De cara a la corte aristocrática de aquellos años, estos terrenos interminables contaban con espacios especialmente reservados para su recreo. El ambiente invitaba al encuentro en sociedad y también a la intimidad. La estética predominante va a juego con las notas propias de amaneramiento de la corte francesa de este siglo, inundando todo de colorido e invitando al relax.
El sueño de un rey El Rey Sol veía desde su trono a París como una ciudad en la que el bullicio y el ruido crecían de forma imparable. En un deseo por escapar de esa capital ensordecedora, Luis XIV propuso la determinación de un espacio verde de dimensiones faraónicas en donde el orden y el buen gusto dejaran patente el poder de la elite aristocrática, al tiempo que la dedicaban a ésta un número asombroso de hectáreas para su completo deleite. El sueño del rey se llamó Versalles.
El retiro ansiado supeditó a la corte al traslado de sus dependencias a unos 24 Km. de la ciudad parisina. La aristocracia y su plantilla de sirvientes tuvo pues que trasladarse al completo a un lugar lo suficientemente amplio como para albergar en sus dominios todos los elementos constructivos necesarios para llevar una vida cómoda, pero también para poder poner en práctica el paisajismo desbordado que arropa y guarda a todo el conjunto arquitectónico con su flora y sus elementos decorativos en mármol, madera, bronce y piedra.
La intención primera con la que se concibió Versalles dista mucho de la que quedó recogida en los anales de la historia. El sosiego que imploraba el rey dio paso a una de las épocas más desenfrenadas que ha vivido la corte francesa. Son abundantes los episodios de decadencia moral ocultos tras las copas de los árboles de estos sobresalientes jardines. No obstante, los excesos palaciegos cometidos entre la belleza vegetal de Versalles, le conceden a ésta extensión un toque de interés

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